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Por
Sergio Verdín Márquez
1958 ~ 1977
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Llegaré a un mundo muy lejano
donde Dios esté presente,
no para que sea jusgado,
sino para leer mi mente.
No son muchas mis virtudes,
soy igual que cualquier jente
fueron muchas inquietudes
mas soy franco hasta la muerte
que es como juego de albures.
Yo no niego mis pecados,
ni me cambio derepente
como hacen los desviados
cuando es su hora de muerte
y quieren ser confesados.
Con enemigos fui malo,
pero ayudé a otra jente
sin alardear de darlo todo
como el clero pretende.
¡Que mundo desperdiciado!
Nunca será diferente,
cambian ídeas y materia
pero nunca su mente
y comprenden su miseria
cuando estan ante la muerte.
¿Porqué entonces es el mundo
una ambición ardiente?
De odios lugar fecundo,
de tragedias y de muerte
si todos tendremos luto.
El final nos ha llegado,
y no me refiero al mundo
sino al lucro exajerado
que es el principio absurdo
de un final desesperado.
Pues la vida no se compra,
es un lujo regalado,
pero al final nos cobra
si hemos sido deshonrados
y la sovervia se corta.
Hemos sido engañados
por la sociedad corrupta,
instintos desenfrenados
de los ritos bondadosos
de los que somos exclavos.
Nosotros somos la vida,
el cielo está en nuestra mente,
el infierno es la falsía,
el avismo nuestra suerte.
Comprender nos da trabajo,
criticar es nuestro fuerte,
sin pensar que humanos somos
y no cosas diferentes.
Nuestro mundo es un fracaso
y no ha sido de repente
pues ha sido solo el paso
a una vida diferente.
Todos amamos la vida,
todos tememos la muerte,
sin pensar que es peor la suerte
de esta multitud perdida.
Somos exclavos del vicio
de nuestra misma jente,
de políticas vendidas,
de creencias incoherentes,
pero hay mas tiempo que vida.
En este mundo latente
y aunque pasen veinte ciglos
nunca será diferente
siempre será falsía
asta que el fin nos llegue...
NOTA: El poema anterior fue transcrito fielmente del manuscrito original, por lo que no soy responsable por los errores ortograficos en el mismo.
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El siguiente pensamiento fue escrito por una compañera
del
coro a propósito de la muerte trágica que sufriera mi amigo
Sergio Verdín Márquez, "El Güero", el 14 de junio de 1977.
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POR UN
COMPAÑERO
DEL CORO
QUE MURIO HACE POCO
A 14 de octubre de 1977
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El se fue, pero vive.
¡Señor, Tú te lo llevaste!
¿Porqué lo permitiste?
Era tan frágil, tan joven,
una rama joven
y con mucha vida.
Todo lo ha dejado:
sus padres, su carrera,
sus ilusiones, sus amigos, todo...
Si Señor, ¡Tú te lo llevaste!
Me parece verlo,
tímido, escondido,
casi desapercibido del grupo mayor.
Ahora me lo explico,
yo no lo entendía,
el presentía que Tú lo buscabas,
y sin darse cuenta, te iba llamando,
con su silenciosa mirada de niño,
con su cristalina esperanza de amor.
Sufrió y ofreció, no nos dimos cuenta,
pero extrañamos que a pesar de todo siguiera en Ti.
Pasaron los días, pasaron los meses,
y muy lentamente empezó a volar;
Tú ya lo sabías, nosotros aún no,
y siempre en tu busqueda, voló más y más.
Hoy ya lo comprendo ¡Tú te lo llevaste!
Que hermosa carrera nos ganó Sergio,
alcanzó la meta y obtuvo el premio,
porque Tú lo habías llamado
y él se dejó encontrar.
¡Gracias Señor, por él, que nos dejó la LUZ!